1 nov 2014

Las exigencias rabínicas.

Echando un vistazo a las noticias, me salta a la vista algo referente a una autodenominada Conferencia de Rabinos. En un primer momento, teniendo en cuenta las obediencias y preferencias del  Sumo Pontífice, pensé que se trataba de alguna cuchipanda vaticana. Pero no.
Según parece, la dichosa Conferencia es una reunión de Rabinos ¡europeos! Esto de considerar europeo a cualquier bicho viviente o reptante que pulule por Europa aunque tenga de europeo lo que yo de esquimal, es una moda que induce a confusión. La corrección política es lo que tiene. 
A propósito de la tiranía del Pensamiento Único, resulta que la tal Conferencia exige que los todos los países europeos  castiguen penalmente cualquier discurso contra los judíos. Por exigir que no quede. 
Tiene su lógica: es como si una Conferencia de Pederastas exigiera que la vigilancia paterna de los niños fuera delito. O que una Conferencia de Pirómanos exigiese la prohibición de los coches de bomberos. Lo chusco es que se le conceda relevancia a la exigencia.
Lo que quieren estos personajes es que, por ejemplo, si un judío comete un crimen, llamarlo criminal sea delito en lugar de ser una simple redundancia. O que sea ilegal mostrar algún ligero malestar ante el genocidio palestino. Incluso que, no ya negar, sino simplemente investigar ciertas patrañas de la propaganda bélica de gran rentabilidad para el Pueblo Elegido, merezca penas de prisión. 
Algunos países, como Francia y Alemania, hace tiempo que se han bajado los pantalones ante las imposiciones judías. Otros, como España, están en ello. La banda pepera ya se había adelantando a los deseos de sus amos con la reforma gallardoniana del Código Penal, primorosamente estudiada para complacer hasta al sanedrín más exigente. O permitiendo que cualquier judío con alguna lejana ascendencia sefardí pueda obtener la nacionalidad española, aunque viva en la Patagonia o en la Cochinchina y ni siquiera sepa dónde está España. Claro que, en esto, no hacen más que igualar a los elegidos con otros especímenes africanos, magrebíes, andinos o caribeños que ya exhiben su DNI español como si fueran descendientes del propio Pelayo.
Cosas como ésta ponen de manifiesto la sumisión de esa cueva de ladrones llamada Unión Europea al Sionismo Internacional. Aquí hace mucho tiempo que los que dictan la política de las naciones son los innombrables narigudos. Y así nos va.
J.L. Antonaya

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