10 oct 2016

Olé Adrián.

Hace falta ser una auténtica basura humana para desearle la muerte a un niño enfermo.
Resulta que Adrián, un niño de ocho años con una grave enfermedad, ha dicho que, de mayor, le gustaría ser torero. Ante tan terrible pecado contra la corrección política, algunos sacos de mierda con cuenta en Twitter le han deseado la muerte.
Para estos infrahumanos anormales, es más importante su estúpido sectarismo antitaurino que la vida de un niño.
Si Adrián hubiera dicho que de mayor le gustaría ser maricón, si hubiera deseado que alguna región española se separe del resto o si hubiera aplaudido que nos invadan millones de moros, la escoria tuitera hubiera llenado sus muros con "Je suis...", pero ¡torero!, es decir, hacer de la valentía una profesión, conmover con la belleza de danzar ante la muerte, convertir esa danza en un arte sublime y entroncar con la tradición ancestral del más antiguo mito de nuestra raza mediterránea, eso es inadmisible. Una auténtica blasfemia para la dogmática ñoña, decadente y sensiblera de una civilización que agoniza.
Sólo por esa "blasfemia", merece este niño valiente una atronadora ovación desde el tendido.
¡Olé, Adrián! No hagas caso de los eructos de estos anormales. Que los dioses te concedan una larga vida y que tus días estén llenos de salidas por la puerta grande.
Que cuando las plazas te ovacionen, los huesos malolientes de estos sicópatas sensibleros lleven años pudriéndose en las letrinas de la iniquidad.

J.L. Antonaya

PASANDO...